Un asunto de familia El multimillonario Dawson Rutherford habĂa planeado un compromiso con el fin de conseguir unas tierras que querĂa añadir a sus propiedades. SĂłlo una mujer tenĂa el poder de enloquecer a aquel hombre sin corazĂłn y Ă©l necesitaba que se hiciera pasar por su novia. Tras una tempestuosa noche, ocurrida años atrás, Dawson habĂa abandonado toda esperanza de convertir a Barrie en su esposa, pero era imposible saber lo que le ocurrirĂ a a aquel hombre de hielo, tras convivir unos dĂas con aquella apasionada mujer.
PrĂłlogo Dawson Rutherford vacilĂł al subir los escalones de entrada de la mansiĂłn de los Mercer. El mayordomo mantenĂa abierta la puerta de madera tallada, pero Ă©l apenas podĂa oĂr la mĂşsica, las voces y el chocar de vasos que llegaban desde el interior. No se habĂa sentido más inseguro en toda su vida. Al preguntarse si Barrie Bell, su hermanastra, le darĂa la bienvenida, una frĂa sonrisa de burla se dibujĂł en su rostro. En los Ăşltimos años, Âżcuándo se habĂa alegrado ella de su presencia? Una vez lo quiso, pero Ă©l la rechazĂł, tratando de apagar las violentas emociones que le inspiraba desde que su padre se habĂa casado con la madre de Barrie. Se pasĂł una de sus grandes y delgadas manos por la cabeza, sin despeinarse. TenĂa el pelo corto y rubio, y los ojos verdes, y en aquellos momentos, allĂ de pie, elegante y apuesto, miraba reflexivamente a algunas mujeres allĂ presentes. Sin embargo, no tenĂa ojos para ninguna de ellas. Le llamaban «el hombre de hielo». Y no porque hubiera nacido en un paĂs frĂo. Pudo verla a travĂ©s de la puerta. La melena, morena, larga y rizada, le caĂa sobre los hombros desnudos y el vestido plateado. Desde que sus padres habĂan muerto, sĂłlo se tenĂan el uno al otro, pero ella siempre evitaba su presencia. Lo cierto era que no podĂa culparla, sobre todo despuĂ©s de haber sabido recientemente que su turbulenta relaciĂłn con Barrie habĂa tenido otra vĂctima. No sabĂa si entrar. La verĂa de nuevo y hablarĂa con ella. La Ăşltima vez que se vieron habĂan acabado discutiendo sobre el mismo asunto que lo habĂa llevado allĂ. Pero en aquella ocasiĂłn necesitaba la misma excusa para llevársela de vuelta a Sheridan, Wyoming. TenĂa que deshacer cinco años de dolor, compensarla por lo que habĂa tenido que soportar. Y para hacerlo tendrĂa que enfrentarse a sus demonios personales y al miedo que Ă©l mismo habĂa provocado. No se sentĂa con fuerzas, pero era hora de borrar el pasado y empezar de nuevo. Si podĂan...